
Los “Nunca Nunca” del Vino (y Cómo Disfrutarlo Mejor Sin Ser un Experto)
A veces, lo que arruina una buena copa de vino no es el vino… sino cómo lo servimos, cómo lo combinamos o incluso cómo lo pensamos. Si te encanta el vino pero sientes que podrías sacarle más provecho, aquí te dejamos algunas claves que van más allá de las reglas formales: son pequeñas decisiones que marcan la diferencia en cada sorbo.
Y mientras exploramos estos “nunca nunca”, nos vamos de viaje por una región poco ruidosa, pero llena de alma vinícola: Portugal.
Nunca tomes vino demasiado caliente o demasiado frío
La temperatura puede transformar un vino vibrante en uno plano, o volver un tinto amable en una explosión de alcohol. Especialmente si estás en climas cálidos, conviene prestar atención.
Lo ideal:
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Blancos y espumosos: entre 6 °C y 10 °C
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Tintos jóvenes: 14 °C
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Tintos con más cuerpo: 16‑18 °C
Hay blancos portugueses con marcada salinidad, como los que provienen del Atlántico, que ganan mucha expresividad en esa franja de los 8‑10 °C. Servirlos bien no es lujo, es respeto por lo que hay en la botella.
Nunca llenes la copa hasta arriba
Más vino no siempre significa mejor experiencia. Llenar demasiado impide girarlo bien y oxigenarlo. Muchos vinos portugueses, por ejemplo, tienen capas aromáticas que se abren con solo girar la copa un par de veces.
¿Qué hacer?
Sirve máximo un tercio. Deja que respire. Huele. Tómate tu tiempo.
Nunca sostengas la copa por el cáliz
Un error que aún se ve: tomar la copa como si fuera un vaso cualquiera. Al hacerlo, tu mano transmite calor y modifica la temperatura del vino.
¿Qué hacer?
Sujetala por el tallo. No solo cuidas la temperatura, también mejora tu percepción visual y aromática.
Nunca le pongas hielo (por favor)
Lo sabemos, hay días calurosos. Pero el hielo diluye el vino, modifica su estructura y borra detalles.
Mejor opción:
Enfríalo bien antes de servir. Si tienes poco tiempo, 15 minutos en un balde con agua, hielo y sal es más eficaz que solo hielo.
Nunca tomes sin oler
El aroma es casi la mitad de la experiencia. Un vino que viene del mar, por ejemplo, puede tener notas salinas, florales, cítricas. Un tinto de interior, más cálido, puede traerte recuerdos de frutas negras, violetas, madera.
Hazlo simple:
Gira la copa. Huele sin miedo. ¿Te recuerda algo? Eso ya es suficiente.
Nunca combines vino y comida al azar
No hay reglas inquebrantables, pero sí hay armonías. Un blanco con nervio puede levantar una preparación sencilla de pescado. Un tinto elegante puede abrazar una carne sin taparla.
Portugal tiene vinos blancos con una acidez viva, ideales para platos de mar. Y tintos suaves pero complejos que acompañan desde pastas hasta carnes más jugosas. Probar sin miedo es parte del aprendizaje.
Nunca tomes vino “sin pensar”
No se trata de intelectualizarlo todo, sino de estar presente. Cada botella guarda el carácter de su tierra, de quien la hizo, de un año específico.
Intenta esto:
Prueba un vino del sur de Portugal y otro del norte. Uno de viñas cercanas al océano y otro de suelos más cálidos. Sin que nadie te diga qué pensar, vas a notar que hay una historia detrás de cada copa.
¿Cómo mejorar tu relación con el vino?
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Sé curioso: Hay más allá del Cabernet y el Chardonnay. Portugal, por ejemplo, tiene variedades locales como Touriga Nacional o Alvarinho, que ofrecen matices únicos.
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Prueba con calma: Una copa bien servida en el momento adecuado dice más que mil etiquetas.
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Toma notas mentales: ¿Qué te gustó? ¿Qué no? ¿Con qué comida te sorprendió?
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Aprende en voz baja: No necesitas saberlo todo para disfrutar. Solo observar, escuchar y probar con atención.
Algunas recomendaciones para comenzar a explorar vinos portugueses:
Portugal tiene mucho que ofrecer si estás dispuesto a descubrirlo. Aquí te compartimos algunas etiquetas interesantes para comenzar ese viaje:
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Vicentino Reserva Foggy: un tinto elegante de Touriga Nacional y Merlot con paso por barrica. Perfecto para carnes rojas, quesos maduros o para una copa sin prisa.
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Syrah Sunrise: un tinto con carácter atlántico, ideal para quienes buscan potencia pero con frescura.
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Alvarinho Sunrise: blanco con mineralidad y notas cítricas, excelente para mariscos, ceviches o sushi.
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Sauvignon Blanc Sunrise: muy expresivo, con buena acidez, perfecto para tardes calurosas y comidas ligeras.
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Soalheiro Allo: una mezcla de Alvarinho y Loureiro, fresco y floral, ideal para quienes disfrutan de vinos vibrantes y fáciles de maridar.
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Convento da Vila (Tinto y Blanco): vinos sencillos, accesibles y bien equilibrados. Muy recomendables para quienes están empezando a conocer la riqueza vinícola portuguesa.
En resumen:
Evitar errores simples —temperatura, servicio, atención— puede cambiar por completo cómo vives el vino. No necesitas ser un experto, solo tener ganas de disfrutarlo con más conciencia. Y si además te abres a nuevas regiones, como Portugal, ese placer se multiplica.
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